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Brocado, Tapicería, Cadenilla, Gasa, Sarga: Textiles Oaxaqueños

  • María de los Ángeles Magaña Santiago
  • 18 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Cada tejido, cada hilo y cada forma bordada es el reflejo de la identidad de un pueblo. Los textiles indígenas son y han sido una manifestación artística, así como un reflejo de la cosmovisión de los pueblos prehispánicos que han dejado herencia en sus telas, en sus códices y en su vestimenta. Cada textil es una historia que refleja la razón de su uso, el propósito de la elección de la tela y el uso de los colores. En México, cada región es un mundo que se distingue, por sus elementos y por la anatomía de los textiles.


En Oaxaca son afortunados. Sus ocho regiones: Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan, Sierra Norte, Sierra Sur y Valles Centrales poseen distintas formas de bailes, de sones, de comida, pero coinciden en el magnífico arte de bordar, de tejer y de coser. Los textiles de cada una de las regiones es una identidad propia. Cada región es portadora de un simbolismo, cuya principal muestra es a través de los diseños. Mucho influye el clima, la costumbre, la vida cotidiana de cada pueblo indígena.


Aquí presento una infografía donde contemplo algunas de las regiones oaxaqueñas, que aunque conocemos los trajes por observarlos en la Guelaguetza desconocemos de que región es o porque lo usan.


Es de gran valor la conservación y la continúa hechura de estos textiles que se convierten en tradición. Marta Turok, antropóloga, afirma que la grandeza de cada textil tiene como base el teñido y la elaboración: desde el algodón que ha sido una fibra domesticada, los colores que se adquieren de la sangre de las tunas, la grana cochinilla que ofrece esos tonos rojizos, la tintura del caracol púrpura en las costas de Oaxaca, el uso del azul índigo que usaban los mayas, así como otros colorantes como el palo de Brasil que ofrece un color café, la fucsina extraída de la planta fucsia, etc. Es importante incluir como parte del sincretismo textil a la seda, cuya extracción de Manila no duró tanto por el clima de la Nueva España si llegó a sobrevivir una seda gruesa llamada hiladillo en la Mixteca alta y zapocas de la sierra de Ixtlán de Juárez. (Marta Turok, El caracol púrpura, una tradición milenaria de Oaxaca, 1988).


El intercambio de fibras y tinturas ha dejado como resultado un sinfin de telas, vestuarios, colores y excéntricos trajes regionales que ofrecen elementos identitarios para cada región.


Textiles oaxaqueños que conforman los trajes de las ochos regiones de Oaxaca

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