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La fiesta de los lunes del cerro: La Guelaguetza.

Un poco de historia...


Toda festividad tiene origen en raíces prehispánicas y la Guelaguetza no es la excepción. Los mixtecos y zapotecos habitaron el Valle de Oaxaca, lugar donde expresaron su devoción a la deidad de la lluvia y del maíz, Cocijo y Pitao Cozobi respectivamente, todo ello con la finalidad de que las cosechas siempre dieran buenos frutos.


Estas costumbres tuvieron continuidad hasta la fecha, y hoy en día la comunidad va en peregrinación al cerro y le da continuidad al culto del dios de la lluvia. Dicho ritual incluye oraciones, ofrendas como flores del campo, y se espera una buena lluvia que germine la tierra.


Sin embargo, en tiempos donde los mixtecos y los zapotecos pudieron fortalecer una alianza, los mixtecos se negaron y Zaachila (líder de los zapotecos) III permitió que los mexicas se instalaran en un lugar clave de la región central. Cuando murió Zaachila III su hijo, Cosijoeza despobló la zona ocupada por los mexicas y sus ejército cayeron en Mitla y Zaachila; esta lucha culminó en la alianza entre zapotecos y mixtecos para defenderse de los mexicas, aunque con el tiempo se volvieran a establecer alianzas matrimoniales y los mexicas (especialmente xochimilcas) habitaran ciertas zonas de Oaxaca e influyeran posteriormente en la devoción a la deidad de Centétotl.


La continuidad de esta fiesta debe también al significado de la palabra en zapoteco "Noche de paz entre las etnias" o como algunos otros lo indican: "fiesta de la comunidad". Finalmente esta celebración es una ofrenda manifiesta en una muestra folklórica, gastronómica y llena de tradición.



La Guelaguetza


Oaxaca y sus regiones permiten la sincronía de festividades, ya sean cívicas o religiosas. La Guelaguetza o Lunes del Cerro es la celebración en donde un gran número de trajes y sones celebran al son de diversas expresiones musicales para mostrar al mundo entero la fiesta más importante en la que convergen las siete regiones de Oaxaca. Esta festividad da inicio el lunes 16 de julio, desde tiempos virreinales: todo inicia con bailes de las delegaciones que participarán en la Guelaguetza para anunciar que la fiesta está por iniciar. Cada delegación en su presentación ofrecerá su guelaguetza, o mejor dicho sus alimentos u objetos característicos de su región.


Calenda, Fotografía: Diego Huerta.


Las delegaciones inician su desfile a partir del atrio del templo de Santo Domingo y recorre las calles elementales del centro de la capital oaxaqueña. Una banda de música le da son a las "chinas" oaxaqueñas con faldas coloridas, que van peinadas con trenzas enlazadas con listones de colores alegres, llevan arracadas, cruces de filigrana, los bejucos y los portarretratos con más valor para su familia. Estas chinas, son provenientes de la Costa, de Pinotepa Nacional que cargan en sus cabezas grandes canastas llenas de flores. Estas lindas mujeres van acompañadas de "gigantes" o "monos de calenda" que son grandes figuras humanas cuyo material es el carrizo y papel maché.


Baile de Pinotepa Nacional

Baile de Pinotepa Nacional

"China", de Pinotepa Nacional, Oaxaca. Fotografía Diego Huerta. Ver: http://www.diegohuerta.com/

Parte de la misma celebración es la comida: las casa vecinas donde las delegaciones engalanan las calles también se invitan a los espectadores tostadas de chileajo, tortas de frijol espolvoreadas con queso o tamales de chepil acompañados de aguas de horchata o jamaica, considerados alimentos tradicionales del valle central de Oaxaca.


La continuidad de la comida es crucial en la conservación de las costumbres y tradiciones de los oaxaqueños, en todas las regiones, sin excepción alguna. A lo largo de este artículo iremos dando muestra de la preservación de la tradición gastronómica.

Tostadas de chileajo y Tamales de chepil

Gastronomía del Valle Central de Oaxaca

Centéotl es a quien se le dedica la fiesta de la Lunes del Cerro, y por ello se decide elegir a una mujer de cualquiera de las delegaciones para vestirla con las mejores prendas y darle las mayores atenciones. En tiempos pasados al realizar la ceremonia a Centéotl, la diosa del maíz tierno, los Huaxyácac, primeros habitantes festejaban la misma celebración pero con un sacrificio al final del calendario ritual. Actualmente lucen sus trajes, ofrecen una breve explicación de su indumentaria,explican su región, sus costumbres, creencias y tradiciones.


El martes, o al siguiente día, muy temprano los tamboreros y los chirimiteros tocan los campanarios, cantaran las mañanitas para recordar la importancia de la celebración mientras que la población sube al cerro del Fortín, donde se encuentra localizado el escenario en el que a las diez de la mañana iniciará la Guelaguetza y en el cual previamente disfrutarán de un almuerzo oaxaqueño.


Celebración de Guelaguetza

Imagen tomada de México Desconocido

¿Cuándo se volvió popular y una festividad anual?

En 1932 en el IV Centenario de la ciudad de Oaxaca, la Guelaguetza se convirtió en la oportunidad de dar a conocer al mundo las siete regiones de este estado, que no sólo goza de una amplia gama de tejidos, indumentarias, tradiciones, costumbres, comida sino una amplia gama cultural de orgullo.


Con ello se organizaron mujeres de la ciudad vestidas con trajes regionales y comenzaron a bailar danzas folklóricas de acuerdo a sus regiones que junto con ello despertó el interés de la gente hasta convertirse en un evento concurrido, no sólo por mexicanos sino también por extranjeros. El cerro fue adaptando sus espacios hasta convertirlo en un espacio con las mejores condiciones para el disfrute de la celebración y darle el nombre de Auditorio Guelaguetza.


La dios Centéotl abre el espectáculo con un himno tocado principalmente para ella, posteriormente entran los chirimeros y tamboreros, para darle un sabor musical a la tradición ancestral dándole gracias por la llegada del maíz tierno a sus sembradíos.


Dios Centéotl


Pasan el cargador de la marmota y los portadores de los monos de calenda, con niños y niñas que llevan en las manos faroles de papel celofán y de china con formas de estrellas, lunas, cruces, ángeles, animales y avioncitos y con ello vienen las chinas, esas mujeres que con sus coloridas faldas no sólo muestran la mujer de la Costa sino también orgullosas de ser chinas oaxaqueñas; bailan alhajadas y coquetas cargando un amazón con un arreglo floral de azucenas, dianas y claveles. Son ellas, las mujeres bonitas costeñas las que dan la bienvenida al inicio de la celebración.

Cuando acaban su baile entregan dulces oaxaqueños: gaznates, tortillas de yema y turrones, guanitos y tortitas de coco. En una fiesta oaxaqueña nunca faltará la comida y la bebida, y ello le otorga un mayor disfrute a esta celebración.

Inicio de la Guelaguetza

Dulces Oaxaqueños (nenguanitos)

Los bailes, los dulces, los sones, los jarabes, las mujeres: las 7 regiones

Cada región nos muestra sus bailes, sus ceremonias, el son y el ritmo en el que mueven sus faldas, su zapateado: en conjunto, la coordinación de movimientos que conforman el baile de cada una de las siete regiones de Oaxaca.


La tortolita es el baile tradicional de la zona de la Cañada, escrita por Samuel Mondragón, los habitantes de Huautla de Jiménez bailan con un traje en el que los hombres llevan calzón y camisa de manta blanca con cobijas de lana y sombreros de palma; las mujeres visten un elegante enredo de manta con la orilla bordada con hilos de lana en colores negro y grana, que forman figuras humanas y animales. Sus sones están cantados en mazateco por una mujer de edad mayor. Al finalizar la participación de esta delegación, regularmente continúa la región mixe o zapoteca, ambas provenientes de la Sierra.

Mujeres mazatecas de Huautla de Jiménez.

Fotografía: Diego Huerta.

Baile La Tortolita, Delegación Huautla de Jiménez.

Fuente: Noticia y Voz de Oaxaca.


Tanto zapotecas como mixes, provenientes de la sierra son de carácter indomable y duro, sin embargo son ceremoniosos y apegados a sus costumbres. Para su presentación los hombres visten de blanco y usan sombreros negros; acompañan su vestimenta de mecates. Cada pueblo serrano tiene ciertos elementos en su vestimenta que los ayudan a distinguirse. Las mujeres, por ejemplo, tienen algunos trajes variados: las yalaltecas usan un enredo elaborado en telar de cintura alternando listones horizontales de hilo de algodón blanco y "coyuche", tono café de cierta clase de algodón. Su huipil lleva bordados en el frente, la espalda y los costados con una trencilla de colores: cuando la mujer es casada es de un solo color y si es soltera es variado.Las mujeres yalaltecas bailan los sones de Yalalag, composiciones musicales propias de los zapotecos. Van ataviadas de un rebozo negro que cubre su cabello.


Mujer Yalalag. Dibujo de Luis Covarrubias, siglo XX.

Baile Yalalteca. Fuente: Instamedia.

Por otro lado, las mujeres mixes de Mixistlán utilizan un vestido formado por dos piezas elaboradas en telar de cintura con hilos de algodón y teñidas con una infusión de hojas silvestres recolectadas en época de lluvias, lo que le ofrece al huipil un color verde oscuro, bastante particular y único. El enredo se coloca sobre el huipil, ya que es ancho y alto. Su vestimenta tiene la función de protegerlas del frío y el viento. Igual que las mujeres yalaltecas, usan un tlacoyal de lana de color rojo y calzan huaraches "pata de gallo". Usan un sinnúmero de collares dependiendo de la edad de la propietaria, y hasta los acompañan de rosarios.


Bailan sones y jarabes mixes. Parte de su baile es ceremonial, ya que en tiempos pasados ofrecían "tepache": primero ofreciendo a los hombres, después al cielo y a los dioses, tiran tres gotas al suelo para las difuntos y entonces ya beben.


Lorena Castellanos Villanueva.Mixistlán de la Reforma. Diosa Centéotl 1985.

Fuente: http://librosdeoaxaca.blogspot.mx/2014/04/centeotl-en-los-lunes-del-cerro-en.html

Después de las ceremonias provenientes del cerro, entran los sones istmeños esos que dan entrada a las míticas "amazonas" de Tehuantepec, esas mujeres que han generado leyendas, y han sido musas de pintores y cronistas. Las mujeres zapotecas del Istmo que usan un traje bordado a mano donde la flor es la protagonista de la falda y el huipil ; donde el holán finaliza la falda otorgándole elegancia y caída. Los hombres visten manta sencilla en camisa y pantalón con sombreros de fieltro negro, adornados con galones de oro. Cabe mencionar que estos sombreros son tesoros familiares y que se heredan de generación en generación. Los istmeños son festivos por naturaleza, orgullosos de su tierra, de sus costumbres y de ellos mismos. Son la cultura de mujeres "con mucho amor propio".


La guelaguetza sin la participación de la delegación de las tehuanas, provenientes de Juchitán, Ixtaltepec, Ixtepec, San Blas, o cualquier otra ciudad del Istmo, no gozarían de un baile ceremonioso, con simbolismos, de el colorido y cadencia que ofrecen los trajes al son de la Sandunga. Después de su son istmeño hacen su regada de frutas, totopos, dulces de coco y abanicos de palma.


Tehuana, Fotografía: Diego Huerta.

Delegación Ixtepec, Oaxaca. Baile a San Jerónimo Doctor. Son istmeño. Guelaguetza, 2016.


Curado, totopo y tamal del Istmo de Tehuantepec. Fuente: Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca.




Del Istmo la celebración viaja a la Mixteca, a veces es representada por Huajuapan o por Tlaxiaco. La tan conocida Canción Mixteca, es la que le da música a una pareja, por ejemplo, de Huajuapan. La pareja va vestida a la usanza de la indumentaria de la Mixteca para bailar el jarabe; mientras que la delegación de Tlaxiaco baila diversos sones vistiendo camisa, calzón de manta y cobija de Tlaxiaco, mientras que las mujeres engalanan con un enredo negro de lana y huipil de tres lienzos bordado en bandas orizontales con hilos de lana de colores. Cubren su cabeza con rebozos de lana blanca y se adornan con aretes y collares. Obsequian objetos de palma, artesanía típica de la región mixteca: escobas, sopladores, petates y sombreros mechudos.


Jarabe mixteco.

Fuente: http://oaxacan.com.mx/oaxacablog/

Mujeres de Tlaxiaco, Mixteca Alta.

Fuente: https://casita-colibri.blog/tag/desfile/

Posterior a deleitar al público con los trajes y sones de la Mixteca, llega la Costa. Con bullicio y escándalo, los mestizos costeños provenientes de la Pinotepa Nacional y Pochutla. Las pochutecas usan esas faldas de colores con holanes y blusas blancas de cajón, rebozo negro, pelo trenzado con listones al color de la falda, pañuelo de gadas. Su alegría los distingue. Mientras que las mujeres chilenas, son pícaras y ofrecen a los espectadores: cocos, mangos, limones, sal y unos dulces de jamoncillo. Las mestizas de la costa ofrecen bailes jacarandosos que trasladan al público a la costa, a sentir el mar...al frío pero caluroso Pacífico.


Mujer de la Costa. Fotografía: Diego Huerta.


Sones, Juegos y Chilenas: Pinotepa Nacional en la Guelaguetza 2017.

No se aleja de más, y la región del Papalopan llega con un grupo de mujeres ataviadas de huipiles. Procedentes de pueblos mazatecos y chinantecos, los pobladores del Papaloapan a través de sus sones regionales nos muestran el lugar donde habitan: exuberante y colorida. Obsequian piñas, saquitos de arroz, plátanos machos y demás. Esta región es conocida como la "de la Piña".


Mujeres del Papaoloapan. Región de la piña.

Fotografía: Diego Huerta.

Delegación del Papaloapan. Fuente: http://oaxacanyear.blogspot.mx/



Finalmente, la celebración culmina con los Valles Centrales, participando tres delegaciones: Ejutla, Tlacolula o San Antonio Castillo Velasco y la Danza de la Pluma. Las mujeres de Ejutla llevan amplias faldas con cintas negras, camisas de manta bordadas en la bata y los puños con diseño de cruz, ese bordado San Antonino o mejor conocido como "hazme si puedes". Los hombres llevan manta en camisa y calzón y sombreros de fieltro café. Danzan al ritmo del jarabe ejuteco; es en esta zona donde elaboran el mezcal y dulces de azúcar rellenos de anís.


Los de la delegación de Tlacolula presentan una mayordomía al son de un "fandango", nombre que le dan a las bodas, en el que la mujeres lucen sus apreciadas "mantas" y llevan blusas de cajón distintivas de sus pueblos. Llevan rebozo negro pinto de seda y se peinan con trenzas que atadas forman una corona.


Por último la Danza de la Pluma, complicada y hermosa a la vez donde los hombres protagonizan este majestuoso baile. Elegantes, homenajean a una danza de conquista, con sus penachos de plumas y su exigente juventud y atletismo, la Danza de la Pluma es el broche de oro que la festividad del Lunes del Cerro nos muestra para dar cierre a este sincretismo de indígenas, españoles y mestizos que sin duda son un símbolo de identidad oaxaqueña.


Baile regional de Ejutla, Oaxaca. Fuente: http://www.eloriente.net/home/2014/07/28/2jul14-1000-en-vivo-la-octava-de-la-guelaguetza-2014/

Traje regional de Tlacolula.

Fuente: https://www.scoopnest.com

Danzante: Danza de la Pluma.

Fotografía: Diego Huerta.

La Guelaguetza, ¿política, publicidad o simple tradición?


Es importante resaltar que esta fiesta ha pasado de ser una tradición ancestral a comercializarse. Desde los gobiernos nacionalistas, esta fiesta forma parte de las promociones turísticas de Oaxaca, y aún cuando la mercadotecnia ha entrado en las costumbres indígenas se ha buscado no "folklorizar" las vestimentas de los pueblos, es decir, no se concibe la idea de que ballets folklóricos presenten las tradiciones ni mucho menos las danzas.


La gente inicia por tener conciencia del inicio de esta celebración a partir de los medios de comunicación: televisión, radio, publicidad, etc. Lamentablemente es bajo el porcentaje de la sociedad que reconoce la tradición per se. No obstante la cultura y la historia se encuentran a flor de piel en sus templos, sus calles, su arqueología, sus mercados...su ciudad. Si bien, es cierto que estas tradiciones muestran la cohesión entre los pueblos, también lo es que de acuerdo con el historiador Eric Hobsbawm, es que la Guelaguetza puede ser parte de la teoría de la "tradición inventada" que legitima a las instituciones, que inculca valores y que simboliza una cohesión social.


Publicidad de Departamento de Turismo, 1941.


La Guelaguetza tiene una base ritual, ceremoniosa e indígena y se alimenta de la tradición y de la indumentaria tradicional que trae consigo un significado especial: desde el plumaje, el listón, la falda, el enredo, el huipil, el calzón, el sombrero de terciopelo, las flores, los listones de seda de colores o de uno solo, en fin. Un sinnúmero de simbolismos nos ofrece este mosaico folklórico que se celebra cada julio en un lugar clave, que por si mismo, nos remonta a cada rincón de la bella Oaxaca: llena de historia y significado.


Bibliografía:

María Luisa Acevedo Conde "Historia de la fiesta de los Lunes del Cerro" en Historia del arte de Oaxaca: Arte Contemporáneo, México, Gobierno del Estado de Oaxaca, 1997, Volumen III, pp.357-378.

"La Guelaguetza y la Fiesta de los Lunes del Cerro", Arqueología Mexicana, No. 74, Julio-Agosto 2005, pp.74-75.

Laura Fernanda Martínez García, La Guelaguetza: política, negocio o cultura: reportaje, Tesis para obtener el título de Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, México, 2002, 207 p.


María de la Luz Maldonado Ramírez, La Guelaguetza en la Ciudad de Oaxaca : fiesta y tradición entre degradación simbólica y apropiación comunitaria, Tesis para obtener el el grado de Maestría en Estudios Políticos y Sociales, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, México, 2006, 290 p.


Fotografías: Medios periodísticos, Blogs y página oficial de Diego Huerta.

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